Cómo mantener tu privacidad y seguridad en redes sociales para prevenir algun que otro disgusto

Es normal pararse a pensar sobre la huella digital que vamos dejando a medida que avanzamos en nuestro paso por las redes sociales. Publicaciones de vacaciones, amigos, información algo sensible…

En Protégeme, hemos hablamos sobre los hackeos en redes sociales y sobre cómo evitar la ingeniería social. Sin embargo, hoy vamos a ver que cosas no deberíamos hacer y cómo proteger nuestra privacidad y seguridad en las mismas.

¿Qué es la seguridad y privacidad en redes sociales?

La seguridad y privacidad en redes sociales son los pilares que sostienen nuestra integridad digital. Imaginemos que cada información que compartimos es un ladrillo que construye nuestra vivienda en el mundo digital.

La privacidad nos permite decidir qué ventanas y puertas permanecen abiertas o cerradas, mientras que la seguridad es el sistema que protege nuestra casa de visitantes indeseados.

Qué no hacer en redes sociales

No compartir información personal

Sumergiéndome en las aguas digitales de nuestras redes sociales, he aprendido que nuestra información personal identificable (IPI) es el tesoro que los piratas modernos anhelan descubrir.

Desde un dato tan simple como el nombre de tu primera mascota hasta tu fecha de nacimiento, cada pieza puede ser el último rompecabezas para alguien con intenciones dudosas.

Imaginemos a un desconocido solicitando crédito bajo nuestro nombre o usurpando nuestra identidad digital. Sí, los detalles de nuestra vida que consideramos insignificantes pueden abrir las puertas a estos escenarios.

Es por eso que recomiendo guardar esos datos como si fueran oro, no los exhibamos en el escaparate de las redes sociales.

Cuidado con las vacaciones

vacaciones

Hablar de planes de viaje en Internet puede sentirse como compartir nuestra emoción con el mundo, pero también es como colgar un letrero que dice «Esta casa está vacía«.

Publicar sobre nuestras vacaciones anticipadas o escapadas podría ser una invitación abierta para los ojos no deseados, sugiriendo que nuestro hogar está desprotegido.

Aprendí que lo más sabio es compartir las aventuras y las fotos post-viaje, asegurando así que la única huella que dejamos es la de nuestros pies en la arena, no la de nuestra ausencia en casa.

Ojo con mostrar la ubicación

La ubicación, ese pequeño detalle que a menudo compartimos sin pensarlo dos veces, puede ser una herramienta para aquellos que cruzan la delgada línea entre lo virtual y lo real.

Mostrar nuestra ubicación actual o futura en las redes sociales no solo puede indicar cuándo nuestra casa está vacía, sino también exponer nuestro paradero a quienes podrían no tener las mejores intenciones.

He aprendido que mantener en secreto mi ubicación es proteger mi espacio personal y físico, evitando que esos datos se conviertan en una pista para los malintencionados.

Cuidado con las compras

Compartir nuestras últimas adquisiciones, especialmente aquellas que brillan un poco más, como joyas o ese nuevo vehículo, puede parecer una forma de celebrar nuestros éxitos.

Sin embargo, también podría pintarnos como un blanco para los ladrones. Reflexionando sobre esto, me di cuenta de que la verdadera joya no es el objeto en sí, sino la sensación de logro detrás de él.

Mantener un perfil bajo sobre estas compras puede no solo proteger nuestros bienes, sino también fomentar una cultura menos materialista.

Vigilemos a los niños

niño tapando su cara

En un mundo donde compartir es segundo por naturaleza, las fotos de nuestros niños pueden parecer inofensivas, incluso adorables. Pero me he preguntado, ¿están listos para dar su consentimiento para esa exposición?

Más allá de la posible vergüenza futura, está el riesgo real de atraer atención no deseada. Aprendí que proteger la imagen de nuestros hijos es proteger su presente y su futuro, es nuestro deber como guardianes de su privacidad.

No hablemos de trabajo

En cuanto a los desahogos laborales, aprendí que las redes sociales no son el confidente que creemos. Un comentario negativo sobre tu trabajo, compañeros o jefe puede arder como un fuego salvaje en el entorno digital, con consecuencias que pueden ir desde la tensión en la oficina hasta la pérdida del empleo.

Guardar esos pensamientos para conversaciones privadas es no solo prudente, sino necesario para mantener la paz profesional y personal.

Datos económicos

Los datos financieros, ese cifrado moderno de nuestra libertad y seguridad, deben guardarse más allá del alcance digital de los ojos curiosos.

Incluso un destello de nuestra tarjeta de crédito en una foto puede ser suficiente para un ojo entrenado. He aprendido que la prudencia con nuestra información financiera en internet es tan importante como la seguridad física de nuestras tarjetas.

Información de terceros

Extender nuestra protección digital a la información personal identificable de familiares y amigos es un acto de responsabilidad. Compartir sus datos sin consentimiento no solo es una violación de su privacidad, sino que también los expone a riesgos en Internet.

Me he comprometido a tratar sus datos con el mismo nivel de cuidado y protección que los míos, asegurando así un círculo seguro y respetuoso.

Ojo con los regalos

regalos

Los regalos y sorteos en redes sociales, con su brillo tentador, a menudo ocultan anzuelos dirigidos a nuestra información personal o a instalar malware en nuestros dispositivos.

A través de la experiencia, aprendí a mirar estos «obsequios» con un ojo crítico, recordando que pueden ser engaños muy claros.

Conversaciones privadas

Las redes sociales, incluso con todas las medidas de privacidad posibles, siguen siendo espacios abiertos al público. Es por ello que no considero que sean el medio más apropiado para divulgar secretos o informaciones delicadas.

Cuando esta información está vinculada a mi ámbito laboral, soy aún más cauteloso, consciente de las potenciales repercusiones. Pero esta precaución no se limita solo al trabajo, incluso las novedades aparentemente triviales sobre amigos o familiares pueden sembrar discordia y malestar si se comparten sin discreción.

Mi regla de oro es: si la noticia no me pertenece, simplemente opto por no compartirla.

¿Cómo protegerte en redes sociales?

Siempre me pregunto antes de publicar algo en internet, incluso cuando creo que mi perfil es un fuerte inexpugnable, si me sentiría a gusto compartiendo esa misma información con alguien sentado a mi lado.

De vez en cuando, hago limpieza en mi lista de amigos para asegurarme de que solo aquellos que realmente quiero que vean mi vida puedan hacerlo.

Para minimizar riesgos, limito quién puede ver mis amigos y mis publicaciones. Solo permito que mis fotos sean vistas por aquellos amigos y familiares en los que confío plenamente.

Además, tengo activada la autenticación de doble factor y me aseguro de que mis contraseñas sean fuertes y únicas, evitando así darle oportunidades a quien quiera intentar tomar control de mi cuenta. Y ojo, que usar alguno de los mejores gestores de contraseñas es perfecto.

Conclusiones

En nuestra travesía digital, mantener la seguridad y privacidad en redes sociales no es solo una recomendación, sino una necesidad. Al ser conscientes de los riesgos y adoptar medidas proactivas, podemos disfrutar de las redes sociales mientras protegemos nuestro espacio personal en el mundo digital.

Recordemos, en el vasto mar de la internet, ser un navegante informado y cauteloso nos mantendrá a salvo de las tormentas.

Eduardo Pavón González
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